En 2019 Aina y Miquel recogieron los restos de “l’amo” Andreu. El padre de Aina que había fallecido a los 79 años, tras una breve enfermedad.
Aina era conocedora de nuestro trabajo. Había oído hablar de Semper Vivens. Y en un pueblo, la trayectoria de uno es su mejor aval.
Cuando coincidimos en el funeral, les ofrecimos la posibilidad de que las cenizas de su padre y las de su madre que ocupaban espacio, en una estantería del interior de su casa, fuesen partícipes de una nueva vida, más concretamente de un árbol.
Un árbol al que pudieran ver nacer, crecer y desarrollarse. Mirarlo, tocarlo y mimarlo. Les sorprendió la opción, y varios meses después, nos llamaron y aceptaron nuestro servicio.
Cuatro años después, nos han dado permiso para compartir con vosotros el estado de ambos árboles. Ellos decidieron, una vez los árboles alcanzaron una talla adecuada en el interior del hogar, trasplantarlos en el exterior de la finca familiar.
Su satisfacción y la sonrisa que nos dedican cada vez que nos cruzamos es la mayor recompensa.
Por todo ello, gracias Aina, gracias Miquel.